Los orígenes

La Primera Guerra Carlista (1833-1839) estaba en sus últimas fases cuando 133 ilustres bilbaínos decidieron fundar un club social similar a los que iban apareciendo en otros países de Europa.

Así, un día de mayo de 1839, los fundadores de la Sociedad Bilbaina se reunieron y nombraron a la primera Comisión Directiva. Las primeras ocupaciones de esta comisión fueron seleccionar un local adecuado para el nuevo club y redactar el primer reglamento por el que se regiría la entidad.

A lo largo de los meses posteriores, la comisión celebró más reuniones, pero, dado que no se extendieron actas, su contenido se desconoce.

En julio de ese mismo año, la entidad volvió a convocar a la Junta General para informar de los progresos realizados en sus proyectos, y presentar la propuesta de reglamento que había redactado la primera Comisión Directiva.

Días más tarde, el 31 de agosto, en Vergara, Espartero y Maroto rubricaban con un abrazo el fin de la primera guerra civil del siglo.

Por fin, el 15 de octubre de 1839, la Junta General se reunió de nuevo y tomó los siguientes acuerdos: aprobar el reglamento; confirmar los nombramientos de la Comisión Directiva y aprobar su gestión; aprobar la elección del local social (que iba a ser su sede durante 75 años) en el primer piso de la casa n.º 5 de la Plaza Nueva; y la designación de la persona encargada del local. Acerca de todas estas cuestiones, se levantó acta, la primera de la historia del club bilbaíno. Se desconoce en qué momento de todo el proceso se decidió poner al club el nombre de Sociedad Bilbaina.

La lista completa de los socios fundadores se compone de 133 nombres.

Los cinco primeros corresponden a la primera Comisión Directiva, es decir, socios históricos entre los históricos, cuyos nombres y cargos se ofrecen a continuación:
D. Máximo Aguirre

Socio n.º 1 y presidente.

D. Francisco Gaminde

Socio n.º 2 y vicepresidente.

D. Manuel A. Uhagón

Socio n.º 3 y contador.

D. Juan de Aguirre

Socio n.º 4 y tesorero.

D. Pedro P. Uhagón Jr

Socio n.º 5 y secretario.

El reglamento que se aprobó establecía en su primer artículo que “la sociedad tiene por objeto la lectura y el recreo”. Este enunciado de su objeto social, con su aparente sencillez, ha sido, sin embargo, la clave salvadora a la que se ha aferrado tenazmente la Sociedad Bilbaina en aquellos momentos en los que ha tenido que superar situaciones difíciles.