Carta del socio y Presidente del Consejo de Procuradores del País Vasco D. PABLO BUSTAMANTE ESPARZA.

Queridos socios y asociados:

CIENTO OCHENTA

Desde pequeño soy muy aficionado al automovilismo y al deporte de Formula 1. Recuerdo que en el Gran Premio de Canadá de 2007, el piloto polaco Robert Kubica, sufrió un terrible accidente impactando a bastante más de ciento ochenta kilómetros por hora. Lo que parecía que había terminado en una terrible fatalidad, se saldó con un piloto indemne y con la creencia de que el hombre había desafiado a Dios. Posteriormente, he tenido la misma sensación ante diversas noticias de carácter científico. En pocos años podríamos prácticamente con todo. Los avances de la ciencia nos acercaban a la inmortalidad.

Y de pronto hace muy poco tiempo, aproximadamente la mitad de ciento ochenta días, nos hemos dado cuenta que nada más lejos de la realidad. Una cura de humildad para la humanidad. Una vuelta a la mitad de hace ciento ochenta años aproximadamente, cuando el mundo se paralizaba ante una pandemia que causaba millones de muertos. Adiós a la inmortalidad, adiós al desafío a Dios.

El mundo se ha vuelto gris. Surge el miedo. Hemos perdido nuestras más básicas libertades. Ni en las ciudades se escuchan esos decibelios que el hombre puede aguantar siempre por debajo de los ciento ochenta, cifra que los expertos sitúan en el umbral de la muerte. La terrible crisis superada, amenaza con volver de una forma más repentina y virulenta. Las decisiones de quienes nos gobiernan parecen no ser precisamente las más correctamente adoptadas. Cuanto echamos de menos a Churchill y su enorme talla (y no me refiero a la de sus trajes). Somos incapaces de conseguir simples equipos de protección para los nuestros. El mundo se ha detenido. Y se me ocurren ciento ochenta razones más, que no puedo describir, por limitar este texto en la medida de lo posible.

La Justicia, mundo al que pertenezco, se ha paralizado. Un servicio esencial en cualquier sociedad avanzada, necesita de la Justicia. La gente cree tener derechos. Pero lo cierto es que nadie tiene ningún derecho, ninguno, si no se dan dos premisas. Que se reconozca ese derecho y que se defienda ese derecho.

Y entre tanta oscuridad y desolación, surge lo bueno. En los momentos más extremos y terribles, surge lo peor del ser humano, pero también lo mejor. La solidaridad. La ayuda. Esos héroes que sin capa (no necesitaban una mágica, tan solo una de protección ante el virus), que dan lo mejor de sí mismo, jugándose la vida por los demás. Ese civismo de nuestra sociedad. No es cierto que nuestra sociedad sea incívica. Por cada ciento ochenta incívicos, hay ciento ochenta mil cívicos.

La justicia trata de reabrir y organizarse para defender derechos. Los más de ciento ochenta Procuradores de los que me siento muy orgulloso de formar parte y capitanear, están dispuestos a dar de sí todo cuanto pueden. Como el resto de operadores jurídicos.

La Sociedad Bilbaina. Esa Sociedad Bilbaina que he mamado desde pequeño. Siempre he visto a mi padre sentirse como en casa, cada vez que entraba en la Bilbaina. Estoy seguro que no se ponía las zapatillas al entrar, debido al estricto código de vestir. Y eso nos ha transmitido. Esa Bilbaina que aún con las puertas cerradas, ha estado abierta desde el principio a los socios. “Seguimos en Sociedad”. Gran acierto de su Presidente Antón, de su Junta, de sus empleados, de sus socios. Todos nos hemos sentido acompañados durante estas largas horas de confinamiento.

Debemos recordar a los socios que nos han dejado. Como creyente, tengo la seguridad que la Bilbaina, se encuentra abierta y en correspondencia con su sucursal del cielo. Puedo imaginar al Senado reuniéndose todas las tardes, dando la bienvenida a los recién llegados. Cuánta sabiduría junta.

Seguro que podrían ayudar y mucho, en la difícil tarea de adaptación a los nuevos tiempos que requiere nuestra Bilbaina. No obstante Charles Darwin decía que no sobreviven las especies más fuertes, si no las que mejor se adaptan. Y en ese sentido nuestra Bilbaina debe acometer la difícil tarea de dar un giro de ciento ochenta grados, pero consiguiendo mantener esa esencia que conserva con tanta elegancia y clase desde hace ciento ochenta años. Un giro de un grado por cada año. Ciento ochenta.

Enhorabuena por la iniciativa y mi agradecimiento a todos los que habéis conseguido que a pesar de las circunstancias, nos sintamos acompañados en estos momentos. “Seguimos en Sociedad”. En Sociedad Bilbaina.

Pablo Bustamante Esparza
SOCIO Y PRESIDENTE DEL CONSEJO DE PROCURADORES DEL PAÍS VASCO

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