Queridos socios, algunos amigos y, seguro que todos los demás también, una vez nos conozcamos:
Escribo unas pocas palabras en este trance de obligado confinamiento que a todos nos ha tocado, desde una honda tristeza ocasionada por la pérdida de un ser querido, mío y de mi familia evidentemente, pero sé que de todos y cada uno de los que, por el paso de esta vida, le han conocido o, sencillamente, tratado.
Una cabeza privilegiada, un espíritu vital, el mejor amigo de sus amigos que yo nunca haya conocido, con su siempre fina ironía inglesa, capaz de sacar una risa o sonrisa al ser más mustio, un hombre con gran criterio, fuera éste profesional o mundano.
Muchas veces he escuchado de personas cercanas a mí la frase: “es que a mí todo el mundo me conoce como la hermana de..., la mujer de...”; pues yo quiero que siempre se me conozca como el hermano de Ignacio Barainca Vicinay. Él ha sido, realmente lo sigue y seguirá siendo, un soporte muy importante en nuestra familia, en vida de nuestros padres y después, como nexo de los cinco hermanos. Su consejo ha sido siempre el primero al que he acudido en momentos de decisiones transcendentales de mi vida, y siempre he recibido el más apropiado en cada momento.
Sé lo mucho que amaba a esta nuestra Sociedad Bilbaina, a la que yo pertenezco, desde hace camino de tres años, debido a su insistencia en convertirme en un bilbaíno de pro. Todos los que le habéis conocido, ya como simple socio, ya como Contador de nuestra Sociedad sé, a ciencia cierta, que le habréis querido y le recordaréis en vuestras oraciones.
DESCANSE EN PAZ.
Francisco Barainca Vicinay
EL ORGULLOSO HERMANO DE IGNACIO