Carta D. Jesús Hernando Monroy

Mis queridos amigos:

Hace un par de semanas una revista francesa titulaba de esta manera un artículo: “¿Quién ha desmontado el hospital?” Empezaba así (de verdad, no me invento nada):

Hasta este sábado, 21 de marzo, sabíamos que en los hospitales públicos faltaban mascarillas, test de diagnóstico, camas de reanimación, respiradores.  Que la situación en regiones como el Gran Este o en île-de-France estaba al límite de lo soportable. Pero jamás nos hubiéramos imaginado leer esto: Una petición de donativos efectuada a través de twitter por el centro hospitalario de Versailles, una de las ciudades más ricas de Francia. Además de las famosas mascarillas FFOP2, el hospital decía que le faltaban “pijamas de uso único”, delantales, gorros, e incluso “trapos de uso único”.

Nos suena, ¿verdad?

En una revista americana de amplia difusión Joseph Stiglitz Premio Nobel de Economía y en su día economista jefe del Banco Mundial, escribía hace una semana:

En nuestra cortedad de miras, hemos prescindido de la rueda de repuesto en los automóviles, bajando así el precio de los mismos, pero lo lamentamos después cuando tenemos un pinchazo. Hemos hecho funcionar toda nuestra sociedad sin ruedas de recambio y nos sentimos muy orgullosos de la aparente eficiencia que hemos conseguido. Y nunca más orgullosos que en el sector sanitario. Después de todo, es así como damos grandes beneficios a las aseguradoras de salud y a las compañías farmacéuticas.

Una conocida revista económica inglesa titulaba su portada a primeros de abril: “Un severo cálculo. La dura elección entre vida, muerte y la economía”. El dibujo de dicha portada era un cementerio en el que en vez de cruces había multitud de grupos de cuatro palotes verticales cruzados en diagonal por un quinto palote, como tantas veces hicimos para ir contando series de objetos diferentes. El primer editorial era expresivo en su mezcla de vidas humanas y de costos económicos.

¿A dónde quiero llegar?

Hemos creado algo llamado “economía médica” y esa “racionalización económica” de la medicina ha hecho que se llegue a situaciones como la actual.  La economía siempre racionaliza, que conste. No olvidemos que la economía es la ¿ciencia? de asignar recursos escasos con la mayor eficiencia ¿social o económica?.

Fue un cirujano de Napoleón quien introdujo el sistema de triaje entre los heridos de la batalla de Waterloo, triaje que ha escandalizado a nuestra sociedad cuando ha habido que decidir con qué enfermo se utilizaba un respirador y a quién se le dejaba a un lado.

 

Pero hemos llegado al cinismo, o más bien a la incompetencia “económica”, de no cuidar nuestros recursos “técnicos” más valiosos para el objetivo de un hospital: curar a los enfermos. ¿Cuántos profesionales médicos no son “productivos” porque no les hemos provisto de elementos de defensa frente al virus y han fallecido o están de baja?

¿Y quién ha hecho todo esto? ¿Cuántos años llevamos “racionalizando el gasto sanitario”?

Entre los libros que he leído sobre “economía de la enfermedad” (que no de la salud) recomiendo los primeros dos capítulos de un reciente libro escrito por el Dr. Marty Makary, “The price we pay. What broke american health care – and how to fix it”. También recomiendo un libro que narra el ocaso de la en su día alabada sanidad pública inglesa: “NHS plc”. El título lo dice todo. Es de 2004, pero no creo que aquello haya mejorado.

Leemos todos los días nuestra prensa y vemos que no mejora lo extranjero. Ya podemos ver que esto de la “racionalización del gasto sanitario” viene de lejos y viene con fuerza.

Me pongo a disposición de quien quiera bibliografía al efecto. Recibid un cordial saludo, sobre todo mis compañeros de gimnasio y biblioteca, y hasta pronto, que esto parece que se acaba.  

Jesús Hernando Monroy

SOCIO

Let's talk

If you want to get a free consultation without any obligations, fill in the form below and we'll get in touch with you.





    X