La etapa de la Plaza Nueva
La Sociedad Bilbaina, a partir de ese momento, arrancó a toda máquina. De hecho, al año siguiente de su fundación ya contaba con 240 socios. La cuota de entrada, que al inicio se había establecido en cuarenta reales de vellón (2 duros), ascendió hasta los 100 reales (25 pesetas). La cuota mensual inicial, que era de tres pesetas, se mantuvo sin cambios hasta 1844, cuando subió una peseta.
Como a finales de 1843 los socios ya eran 300, al año siguiente se planteó la necesidad de trasladar la sede del club a un local más espacioso. El primer proyecto de expansión resultó fallido, pero se convirtió un anhelo permanente para la Sociedad Bilbaina. La iniciativa trató de retomarse en varias ocasiones (1847, 1857, 1866 y 1882), pero ninguna tuvo éxito.
Por fin, en la junta del 29 de enero de 1908, se propuso estudiar definitivamente el traslado de sede. En esa misma cita, D. Pablo García Ogara fue elegido nuevo presidente de la entidad. La propuesta tomó fuerza y, en la reunión que se celebró el 28 de febrero de 1909, se nombró a una Comisión Técnica para que se encargara de seleccionar los mejores emplazamientos posibles.
La Segunda Guerra Carlista (1846-1849) no afectó prácticamente a Bilbao y, por ende, tampoco a la Sociedad Bilbaina. Sin embargo, en la Tercera Guerra Carlista (1872-1876) la ciudad sufrió un asedio terrible por parte de las fuerzas del pretendiente carlista. Este sitio, que era el cuarto de los padecidos en las Guerras Civiles del siglo XIX, se extendió desde el 28 de diciembre de 1873 hasta el dos de mayo de 1874. Durante el tiempo que duró el asedio, los socios solicitaron que se blindaran dos salas del piso alto para poder acudir a la Sociedad Bilbaina sin estar expuestos al bombardeo. A pesar de ello, el impacto de un obús destruyó la mesa de billar, uno de los símbolos más firmes de la Sociedad Bilbaina. La mesa fue reparada de inmediato.
Al club bilbaíno también le tocó vivir a lo largo de esta etapa hechos históricos relevantes como la revolución de febrero de 1848 (relevante en toda Europa, pero especialmente en Francia con la caída de la monarquía); la Guerra de Secesión en Estados Unidos (1861-1865); el golpe de Estado que destronó a Isabel II en 1868; la Guerra de Cuba (1868-1878); la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871); la pérdida de las colonias en el 98; la Guerra de los Boers en Sudáfrica (1899-1902); o la ruso-japonesa (1904-1905).
El uno de octubre de ese mismo año, se resolvió el concurso para decidir el diseño del edificio y sus dependencias interiores. De todas las propuestas, se seleccionaron tres y, finalmente, se escogió la presentada por D. Emiliano Amann que, con ligeras modificaciones, es la que se construyó.
En mayo de 1910 se colocó la primera piedra de la nueva construcción, y las obras se iniciaron en el mes de octubre. El extraordinario edifico que se puede contemplar hoy tardó en completarse dos años y medio. La obra se dio por terminada el 24 de enero de 1913.
Ahora bien, en los 75 años que permaneció en la Plaza Nueva, la Sociedad Bilbaina fue testigo de importantes acontecimientos.
Pero no todo lo que sucedía era negativo, ni mucho menos. La Bilbaina fue testigo de excepción de una de las épocas más brillantes en la vida de la Villa. Bilbao experimentó en esas décadas finales de siglo el más espectacular impulso económico, social y cultural de sus cientos de años de historia.
Y ya por lo que respecta a los acontecimientos de carácter interno vividos por la Sociedad Bilbaina, a continuación se presenta un resumen cronológico con alguno de los más destacados.